Cuando el venezolano ‘José Sarmiento’ decidió venir a Estados Unidos huyendo de la crisis humanitaria y política de su país, se basó en una red de whatsapp que le ofrecía un “paquete” que implicaba cruzar el peligroso Tapón del Darién. Los “coyotes” le indicaron que “solo por ser venezolano”, al entregarse a las autoridades migratorias, le darían “un papel” que ya le garantizaba un boleto seguro de legalidad para su “sueño americano”.
Luego de una dura travesía, en la cual embarcó a su hijo menor, José desde el pasado mes de junio logró ingresar al país, al igual que miles de sus connacionales.
Pero ese “papel” que le comentaron sus traficantes, no era más que un “parole”, es decir una especie de libertad condicional humanitaria, que para los efectos reales y legales, no le ofrece ningún estatus legal. Mucho menos para tener derecho a trabajar.
Como José, cerca de 16,500 inmigrantes que llegaron a la ciudad de Nueva York entre mayo y octubre, ahora se encuentran en un complicado y oscuro túnel. En algunos casos, con pocas salidas, siquiera para iniciar un trámite migratorio, que le garantice a largo plazo una autorización oficial para trabajar.
“Han pasado cuatro meses desde que llegué y estoy viviendo en un refugio. Y no es verdad que por ser venezolano automáticamente tengo aprobado un asilo político, como me dijeron los coyotes. Tengo que iniciar y pelear un proceso. No hablo inglés. Necesito abogados. Y pasa el tiempo y la vida aquí se complica en todo. Es más pesado porque traje a un niño”, comentó José a El Diario.
Vía de legalización muy complicadas
En efecto, organizaciones como Caridades Católicas y la Coalición de Inmigrantes de Nueva York (NYIC) que han servido de apoyo a miles de inmigrantes suramericanos (90% de ellos venezolanos), que empezaron a llegar a la Gran Manzana, luego de haber cruzado la frontera sur, reflexionaron este jueves en una conferencia virtual, sobre los grandes desafíos que enfrentarán personas como José.
En este momento, la conclusión general es que la opción de miles de familias recién llegadas para obtener un estatus migratorio, basado en sus actuales condiciones, son “extremadamente limitadas”.
En este sentido, Lauren Wyatt, abogada de Iniciativas de Acceso a la Justicia de Caridades Católicas de NY, hizo un largo inventario de los inconvenientes que podrían enfrentar estas personas, para concretar en principio el envío de una solicitud de asilo, tomando en cuenta las adversidades que tienen para contar con representación legal, el acceso al idioma, y en muchos casos, una dirección postal estable para recibir sus notificaciones de las autoridades.
“Desde junio estamos recibiendo en nuestras oficinas notificaciones de audiencias migratorias desde la Corte dirigida a personas, que no tienen ningún contacto con nosotros. No tenemos cómo hacerle llegar esta información. Y, lamentablemente, estas personas al no acudir a estas citas, podrían ya empezar a recibir órdenes de deportación en su ausencia”, remarcó la experta legal.
Del grupo de 16,500 inmigrantes que llegaron a Nueva York enviado mayormente en autobuses desde Texas, luego de haber cruzado la frontera sur con México, por lo menos 9,500 no contaban con ningún contacto familiar. Por esta razón, la Ciudad los albergó en el sistema de refugios, en donde no siempre el acceso a la correspondencia se concreta de manera fluida.
Tienen el plazo de un año
Wyatt contó que ante el alto volumen de correspondencia, que estaba llegando a sus oficinas, se pusieron en comunicación con la cortes de inmigración y la Agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y le respondieron que desde agosto no la seguirían recibiendo. Sin embargo, los envíos no se han detenido.
“Lamentablemente ya hemos sabido de órdenes de deportación de quienes no acudieron a sus citas de comparecencia”, comentó.
Asimismo, la activista de Caridades Católicas asegura que el otro frente que significará un “gran desafío” para los inmigrantes, es poder cumplir con el lapso de un año reglamentario, para hacer efectiva una solicitud formal de asilo político.
“Es muy complicado que la gente que no tiene una representación, sepa exactamente qué hacer. El inglés es una gran barrera. Y esta aplicación no tienen la opción de hacerse en español. Todas las organizaciones sin fines de lucro están al tope y bajo presión. Y sin ayuda legal, estas personas podrían estar tomando decisiones erradas, que les imposibilite legalizarse”, estimó.
En esta encrucijada, Wyatt recuerda que una solicitud de asilo político no es un proceso sencillo, porque requiere toda una secuencia rigurosa de acciones, desde su aplicación hasta el momento de armar un expediente de argumentos.
“Vemos que por la situación del país de origen, hay solicitudes que podrían ser muy robustas. Pero los abogados probonos no están en la capacidad de atender miles de casos en poco tiempo. Nuestras coaliciones ya no tienen presupuesto para contratar más asesores”, subrayó.
En el caso de Caridades Católicas, de manera normal, su equipo jurídico asesora gratuitamente a 1,000 familias por cada año. Ahora, se encuentran con un aluvión de 40 a 50 personas diarias que solicitan asistencia de un abogado. En algunos casos, solo para saber qué necesitan para iniciar su proceso.
Por esta razón, estas coaliciones están exhortando al gobierno estatal y a la Ciudad de Nueva York la transferencia de presupuesto adicional, para contratar nuevos equipos.
“Recordemos que quienes por ejemplo llegaron hoy 20 de octubre, deben realizar una solicitud de asilo antes del 20 de octubre de 2023. Si por alguna razón no lo hacen, las opciones de buscar una vía legal o una alternativa serán muy complicadas”, remató la experta.
“Más fácil cruzar la selva que obtener papeles”
Para miles que viven en los refugios habilitados en la ciudad de Nueva York, luego de la transferencia de inmigrantes que cruzaron la frontera, la espera de una autorización de trabajo para empezar a ganar dinero y subsistir es mucho más que una “larga agonía”.
Por ejemplo, José Sarmiento destaca que luego de meses viviendo en un refugio en El Bronx, es muy duro imaginarse tener que esperar un par de meses más, para vivir en un “sitio más normal”.
“Lamentablemente muchos como yo estamos atrapados. Porque es más fácil cruzar la selva del Darién y el Río Bravo, que obtener un permiso de trabajo aqui. Y mucho menos, soñar con una vivienda digna, ganando poco. Todo lo pintan muy fácil. Pero no queda más que seguir adelante”, contó el venezolano de 35 años.
Víctimas de la falta de información
En este sentido, Wendel Oviedo un activista venezolano, fundador de la organización América Diversa con sede en Nueva York, ratifica que muchos de sus connacionales se embarcaron en una peligrosa aventura migratoria, atendiendo muchas falsas informaciones.
“Sí hemos observado, que una gran parte de ellos han llegado a la ciudad, atendiendo solo rumores, sin tener el mínimo conocimiento de qué significa el proceso migratorio a este país. Muchos tenían la certeza que solo con el ‘parole’, podían ya estar legales. Y se encuentran con un terrible choque”, explicó Oviedo.
Para miles de inmigrantes recién llegados, que están viviendo en refugios en los cinco condados, tal como coinciden expertos legales y portavoces de coaliciones de defensa de Derechos Humanos, el camino a obtener papeles para trabajar no será nada sencillo.
“De todas las personas que atendemos, más del 90% están desinformadas. No sabían que tenían que empezar con un proceso de solicitud de un asilo. Viven en refugios y tienen la gran barrera del inglés para navegar en una nueva realidad. Apenas empiezan a entender que aquí todo es muy duro”, agrega.
Por su parte, la activista venezolana Niurka Melendez, directora de Venezuelan and Inmigrants Aids (VIA) es muy relevante que en este momento se empiece a cambiar el “lenguaje” para tratar esta crisis migratoria.
“Me preocupaba que a todos los que llegaron, en medio de esta dramática situación, los denominaban automáticamente como ‘solicitantes de asilo’. La realidad es que se entra en esa categoría, solo sí, se ha sometido esta solicitud a las autoridades”, precisó.
La activista quien durante más de seis años lidera una organización que da soporte a solicitantes de asilo en Nueva York, remarca que incluso “quienes son solicitantes, no tienen ninguna certeza que se lo aprobarán, hasta que su caso no sea defendido con argumentos que comprueben una persecución. Y sea aprobado por un oficial de asilos o una corte”, concluyó.
Según las autoridades de inmigración de Estados Unidos, una persona puede pedir asilo si puede demostrar que en su país de origen sufre persecución por su raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social particular o por sus opiniones políticas.
Las condiciones económicas, las fallas de servicios públicos, la violencia y la inseguridad no son argumentos suficientes bajo la ley de inmigración, para poder solicitar este beneficio migratorio.
3 claves de la crisis migratoria en NYC:
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El hecho de que estos inmigrantes hayan llegado en masa a Nueva York en autobuses, enviados por la gobernación de Texas, es un hecho confirmado por el mismo mandatario texano, Greg Abbot, quien admitió en junio que envió a grupos de indocumentados a Nueva York, Washington D.C y Chicago, consideradas ‘ciudades santuario’, respondiendo a lo que calificó una “política de fronteras abiertas de la administración del presidente Joe Biden que estaba avasallando a las comunidades de su estado”.
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Las autoridades de la ciudad de Nueva York declararon el pasado 7 de octubre la emergencia por esta crisis migratoria estimando que a ese ritmo de ingreso de personas, se podrían esperar 70 mil inmigrantes más en la Gran Manzana en el 2024, en un sistema de refugios que ya había colapsado y ha obligó a la Ciudad a instalar 23 hoteles de emergencia y un centro de ayuda humanitaria.
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El pasado 12 de octubre la Administración de Joe Biden impuso fuertes restricciones en la frontera, enviando un mensaje claro a miles de venezolanos, que si ingresaban de manera ilegal desde ese día, serían devueltos a México, como en efecto se ha concretado en la última semana.